Casi 20 años más tarde habría de pagar 55 millones de dólares para recuperar su obra, entre otras, Space Oddity. En 1977 Ridley Scott hizo Los duelistas y en el '79 se consagró con Alien, reivindicando a las mujeres que hacen las cosas solas con el personaje de la Teniente Ripley-Sigourney Weaver. Todos los varones del mundo se enamoraron de la astronauta que ante la única posibilidad de salvación se introduce en una cámara eyectadora hacia lo desconocido en bombacha, musculosa y con su gato en brazos. Ridley Scott hizo mucho más, hizo Blade Runner, Hannibal, Thelma y Louise y Black Hawk Down, en las que estuvo nominado pero terminó con las manos vacías; hizo 1492: La conquista del paraíso, una vez más con soundtrack original de Vangelis que ni siquiera estuvo nominada. Gladiator tuvo varias nominaciones y se llevó algunos premios, pero la Academia tampoco lo tuvo en cuenta como mejor director. Ahora, justo ahora, nos trae The Martian con una actuación impecable de Matt Damon, nominado a mejor actor. El filme, también nominado, fue estupendamente adaptado por Drew Goddard, uno de los mejores guionistas de Hollywood que respetó de manera prodigiosa el libro original de Andy Weir. Filmado en Jordania, Arthur Max recreó impecablemente la posible geografía de Marte, y en el momento más neurálgico de la película surgió Bowie por completo con Starman. En los monólogos del protagonista y en sus comunicaciones con la NASA hay también guiños al humor de Bowie que Scott, inglès al fin, conoció bien. Era en definitiva una relación familiar porque Bowie protagonizó The Hunger que fue dirigida por Tony Scott, hermano de Ridley. Lyons Naiv, que los juntó en un comercial de paletas de helados, fue vendida en el '92 a Nestlé. Tony Scott se suicidó hace unos años. Hermione es profesora de yoga. Bowie, por lo que sabemos, está ausente desde enero. Ridley Scott, que le ha hecho ganar miles de millones a la industria tampoco fue nominado esta vez y las masas de críticos especializados piden a gritos el premio para Iñarritu, para The Revenant y para Di Caprio. Pero Ridley Scott, esté juramentado o no, le ha rendido a Bowie un tributo inigualable con lo que según se ha dicho "...es una carta de amor a la ciencia." Es cierto que la Academia suele entregar premios cuando sospecha una muerte inminente, o simplemente por una más o menos larga trayectoría no laureada antes que por el producto nominado en ese momento. Como resultado, es relativamente frecuente ver a azorados premiados por verdaderos ascos cuando durante años ofrecieron productos de altísima calidad sin recibir el menor reconocimiento. Si la entrega de premios con delete es un método aceptable para saldar deudas, la Academia tiene la oportunidad histórica de hacerlo con Ridley Scott que ya tiene casi 80 años, que ha ofrecido material de excelencia durante 40 años y que, por si fuera poco, The Martian es una película que en unos pocos años será de culto. Si la NASA para homenajear a Bowie, incomunicó a los astronautas que estaban en el espacio exterior, y el Vaticano, rompiendo tradiciones milenarias, le dedicó honrosas palabras, bien podría la Academia, sobre el último minuto de las entregas de premios, reconocer que cometieron un error y darle la estatuilla a ese norteño genial y cascarrabias que es Ridley Scott. Una suerte de pacto entre ciencia, religión y arte, pero para eso no se puede ser mediocre. La ciencia y la religión demostraron estar a la altura de los tiempos. La Academia demostrará si es perfectamente prescindible, o no.
©️Hasta luego Major Tom
domingo, 28 de febrero de 2016
©️The Martian
Casi 20 años más tarde habría de pagar 55 millones de dólares para recuperar su obra, entre otras, Space Oddity. En 1977 Ridley Scott hizo Los duelistas y en el '79 se consagró con Alien, reivindicando a las mujeres que hacen las cosas solas con el personaje de la Teniente Ripley-Sigourney Weaver. Todos los varones del mundo se enamoraron de la astronauta que ante la única posibilidad de salvación se introduce en una cámara eyectadora hacia lo desconocido en bombacha, musculosa y con su gato en brazos. Ridley Scott hizo mucho más, hizo Blade Runner, Hannibal, Thelma y Louise y Black Hawk Down, en las que estuvo nominado pero terminó con las manos vacías; hizo 1492: La conquista del paraíso, una vez más con soundtrack original de Vangelis que ni siquiera estuvo nominada. Gladiator tuvo varias nominaciones y se llevó algunos premios, pero la Academia tampoco lo tuvo en cuenta como mejor director. Ahora, justo ahora, nos trae The Martian con una actuación impecable de Matt Damon, nominado a mejor actor. El filme, también nominado, fue estupendamente adaptado por Drew Goddard, uno de los mejores guionistas de Hollywood que respetó de manera prodigiosa el libro original de Andy Weir. Filmado en Jordania, Arthur Max recreó impecablemente la posible geografía de Marte, y en el momento más neurálgico de la película surgió Bowie por completo con Starman. En los monólogos del protagonista y en sus comunicaciones con la NASA hay también guiños al humor de Bowie que Scott, inglès al fin, conoció bien. Era en definitiva una relación familiar porque Bowie protagonizó The Hunger que fue dirigida por Tony Scott, hermano de Ridley. Lyons Naiv, que los juntó en un comercial de paletas de helados, fue vendida en el '92 a Nestlé. Tony Scott se suicidó hace unos años. Hermione es profesora de yoga. Bowie, por lo que sabemos, está ausente desde enero. Ridley Scott, que le ha hecho ganar miles de millones a la industria tampoco fue nominado esta vez y las masas de críticos especializados piden a gritos el premio para Iñarritu, para The Revenant y para Di Caprio. Pero Ridley Scott, esté juramentado o no, le ha rendido a Bowie un tributo inigualable con lo que según se ha dicho "...es una carta de amor a la ciencia." Es cierto que la Academia suele entregar premios cuando sospecha una muerte inminente, o simplemente por una más o menos larga trayectoría no laureada antes que por el producto nominado en ese momento. Como resultado, es relativamente frecuente ver a azorados premiados por verdaderos ascos cuando durante años ofrecieron productos de altísima calidad sin recibir el menor reconocimiento. Si la entrega de premios con delete es un método aceptable para saldar deudas, la Academia tiene la oportunidad histórica de hacerlo con Ridley Scott que ya tiene casi 80 años, que ha ofrecido material de excelencia durante 40 años y que, por si fuera poco, The Martian es una película que en unos pocos años será de culto. Si la NASA para homenajear a Bowie, incomunicó a los astronautas que estaban en el espacio exterior, y el Vaticano, rompiendo tradiciones milenarias, le dedicó honrosas palabras, bien podría la Academia, sobre el último minuto de las entregas de premios, reconocer que cometieron un error y darle la estatuilla a ese norteño genial y cascarrabias que es Ridley Scott. Una suerte de pacto entre ciencia, religión y arte, pero para eso no se puede ser mediocre. La ciencia y la religión demostraron estar a la altura de los tiempos. La Academia demostrará si es perfectamente prescindible, o no.
martes, 9 de febrero de 2016
©️El Homenaje de los conjurados
Charles F. Bolden Jr., Director administrativo de la NASA desde el 2009, ex marine, piloto de combate y astronauta con casi 700 horas en el espacio, es el primer afroamericano que logró alcanzar el cargo más alto en la administración aeronáutica espacial de los EE.UU. Pero el 11 de enero de este año el mundo pudo saber (si el mundo quisiera hacerlo, digo) que se trata además de un hombre de enorme sensibilidad y un finísimo sentido de las oportunidades históricas, porque apenas conocida la inesperada noticia declaró: "Hoy todos nuestros hombres son Major Tom; las palabras, los elogios y los retratos están bien, y es lo único que tiene la mayoría de los admiradores de Bowie. Pero nosotros somos la NASA y podemos hacer más para honrarlo. Bowie mostró su fascinación por el espacio exterior y ahora es momento de que nosotros le devolvamos el favor con el mismo entusiasmo en un gesto igualmente soberbio".
Se colocó un lente de contacto en un ojo y les comunicó a los astronautas que estaban en el espacio exterior "...el merecido sacrificio que van a hacer para honrar a un hombre que dedicó su vida entera a mejorar el mundo". 1 minuto y 40' más tarde apagó todos los dispositivos de comunicación de la NASA abandonando a su suerte a todos los astronautas que se hallaban en el espacio, llamándolos Major Tom. Algunos de ellos trataron de decir algo antes de quedar incomunicados, pero el implacable Bolden se los impidió: "No. No digan nada. El silencio, la incomunicación, es lo que debe reinar en adelante. Cualquier discurso empañaría el gesto". Y procedió a desenchufar toda clase de aparatos y descolgar teléfonos. Alguien alcanzó a preguntarle cuánto tardaría el silencio, "no sé" -respondió enigmático- "días, semanas, lo suficiente para que vivan la sensación de aislamiento que transmite la canción. Igual será un homenaje eterno. Bowie no merece menos". Alarmados, los familiares de los astronautas intentaron inútiles reclamos que Bolden, afecto a la palabra y a las metáforas, despachó citando al propio Bowie: "Planet earth is blue and there's nothing I can do". Y se volvió a su oficina para enviar un mensaje a las redes en nombre de la NASA: "Good bye and may God's love be with you". Y ya no volvió a hablar.
Es verdad que Bowie ha recibido muchos homenajes durante su carrera. Solamente a modo de ejemplo; todavía se recuerda la serie inglesa Life on Mars del 2006 al 2007 y que transcurre en 1973, y su continuación, Ashes to Ashes que se estrenó en 2008 y terminó en 2010. En la primera, que ganó un BAFTA y fue considerada la mejor serie dramática de ciencia ficción de todos los tiempos, los temas Life on Mars? y Space Oddity forman parte de la banda sonora. En la segunda se escuchó Heroes en el último capítulo, el de la epifanía, donde finalmente se revela la identidad del Arlequín-Pierrot de Bowie. Para entonces, él ya estaba cansado de otorgar licencias. Más cerca de las estrellas que cualquier otro, astrónomos y astronautas le habían rendido homenajes sui generis. El 21 de diciembre de 2008, el astrónomo Félix Hormuth descubrió un asteroide al que bautizó 342843Davidbowie. En 2013, Chris Hadfield, el primer astronauta canadiense en viajar al espacio y por casualidad, más o menos primo del actor inglés Benedict Cumberbatch, aprovechó su nostalgia en la estación espacial internacional que orbita la tierra, y, acostumbrado a hacer covers, se anticipó cantando Space Oddity desde el espacio mismo, acompañándose de su guitarra después de haber conseguido una licencia por dos años.
La lista podría ser interminable y bastante difícil de rastrear, porque Bowie se ganó el derecho de recibir los más extravagantes homenajes en su largo camino por el espacio con Ziggy Stardust, Starman,Life on Mars? o Space Oddity, para citar sólo algunos. Pero no hay duda que el homenaje de Bolden fue soberbio, como él mismo lo anunció. Tanto, que desató una suerte de copycat tributario. La Sonda Rosetta, de la Agencia europea Espacial saludó a "un compañero de viaje en el espacio" Bolden, que había mantenido silencio por unas 3 horas, envió otro mensaje: "The stars look very different today". Si, como dijo Bolden, ellos son la NASA y podían hacer un homenaje soberbio,el Cardenal Gianfranco Ravasi le rindió un homenaje diferente pero no por eso menos impactante. Presidente del Colegio Pontificio para la Cultura, Presidente de la Pontificia Comisión de la Arqueología Sagrada, colaborador habitual del L' Obsservatore Romano, Ravasi es el Vaticano.
Ese mismo día colgó en su timeline unas estrofas de Space Oddity citándolo dentro de un paréntesis. El 11 de enero el L' Obsservatore publicó una definitoria y contundente nota sobre Bowie que entre otras cosas decía: "5 décadas de rock music realizadas con un rigor artístico que puede parecer contradictorio con la imagen ambigua utilizada, sobre todo al inicio de su carrera para captar la atención de los medios. Se podría decir que más allá de los excesos aparentes, el legado de Bowie está unido a una especie de sobriedad personal, expresada incluso en el físico delgado, casi filiforme..."La nota destacó " su personalidad musical nunca banal, construída gracias a sus frecuentes incursiones en otras formas artísticas como la pintura, el cine y el teatro". Y continúo: "Realizó verdaderas joyas como Heroes, un sencillo himno rock dedicado a los jóvenes que vivían en Berlín, entonces separados por el Muro". El 15 de enero, el Observatorio Público MIRA de Bélgica junto a Studio Brussels, una cadena radial, anunciaron el descubrimiento de una constelación a la que llamarían David Bowie porque 7 estrellas cercanas al planeta Marte formaban el rayo de la portada de Aladdin Sane.
Se colocó un lente de contacto en un ojo y les comunicó a los astronautas que estaban en el espacio exterior "...el merecido sacrificio que van a hacer para honrar a un hombre que dedicó su vida entera a mejorar el mundo". 1 minuto y 40' más tarde apagó todos los dispositivos de comunicación de la NASA abandonando a su suerte a todos los astronautas que se hallaban en el espacio, llamándolos Major Tom. Algunos de ellos trataron de decir algo antes de quedar incomunicados, pero el implacable Bolden se los impidió: "No. No digan nada. El silencio, la incomunicación, es lo que debe reinar en adelante. Cualquier discurso empañaría el gesto". Y procedió a desenchufar toda clase de aparatos y descolgar teléfonos. Alguien alcanzó a preguntarle cuánto tardaría el silencio, "no sé" -respondió enigmático- "días, semanas, lo suficiente para que vivan la sensación de aislamiento que transmite la canción. Igual será un homenaje eterno. Bowie no merece menos". Alarmados, los familiares de los astronautas intentaron inútiles reclamos que Bolden, afecto a la palabra y a las metáforas, despachó citando al propio Bowie: "Planet earth is blue and there's nothing I can do". Y se volvió a su oficina para enviar un mensaje a las redes en nombre de la NASA: "Good bye and may God's love be with you". Y ya no volvió a hablar.
Es verdad que Bowie ha recibido muchos homenajes durante su carrera. Solamente a modo de ejemplo; todavía se recuerda la serie inglesa Life on Mars del 2006 al 2007 y que transcurre en 1973, y su continuación, Ashes to Ashes que se estrenó en 2008 y terminó en 2010. En la primera, que ganó un BAFTA y fue considerada la mejor serie dramática de ciencia ficción de todos los tiempos, los temas Life on Mars? y Space Oddity forman parte de la banda sonora. En la segunda se escuchó Heroes en el último capítulo, el de la epifanía, donde finalmente se revela la identidad del Arlequín-Pierrot de Bowie. Para entonces, él ya estaba cansado de otorgar licencias. Más cerca de las estrellas que cualquier otro, astrónomos y astronautas le habían rendido homenajes sui generis. El 21 de diciembre de 2008, el astrónomo Félix Hormuth descubrió un asteroide al que bautizó 342843Davidbowie. En 2013, Chris Hadfield, el primer astronauta canadiense en viajar al espacio y por casualidad, más o menos primo del actor inglés Benedict Cumberbatch, aprovechó su nostalgia en la estación espacial internacional que orbita la tierra, y, acostumbrado a hacer covers, se anticipó cantando Space Oddity desde el espacio mismo, acompañándose de su guitarra después de haber conseguido una licencia por dos años.
La lista podría ser interminable y bastante difícil de rastrear, porque Bowie se ganó el derecho de recibir los más extravagantes homenajes en su largo camino por el espacio con Ziggy Stardust, Starman,Life on Mars? o Space Oddity, para citar sólo algunos. Pero no hay duda que el homenaje de Bolden fue soberbio, como él mismo lo anunció. Tanto, que desató una suerte de copycat tributario. La Sonda Rosetta, de la Agencia europea Espacial saludó a "un compañero de viaje en el espacio" Bolden, que había mantenido silencio por unas 3 horas, envió otro mensaje: "The stars look very different today". Si, como dijo Bolden, ellos son la NASA y podían hacer un homenaje soberbio,el Cardenal Gianfranco Ravasi le rindió un homenaje diferente pero no por eso menos impactante. Presidente del Colegio Pontificio para la Cultura, Presidente de la Pontificia Comisión de la Arqueología Sagrada, colaborador habitual del L' Obsservatore Romano, Ravasi es el Vaticano.
Ese mismo día colgó en su timeline unas estrofas de Space Oddity citándolo dentro de un paréntesis. El 11 de enero el L' Obsservatore publicó una definitoria y contundente nota sobre Bowie que entre otras cosas decía: "5 décadas de rock music realizadas con un rigor artístico que puede parecer contradictorio con la imagen ambigua utilizada, sobre todo al inicio de su carrera para captar la atención de los medios. Se podría decir que más allá de los excesos aparentes, el legado de Bowie está unido a una especie de sobriedad personal, expresada incluso en el físico delgado, casi filiforme..."La nota destacó " su personalidad musical nunca banal, construída gracias a sus frecuentes incursiones en otras formas artísticas como la pintura, el cine y el teatro". Y continúo: "Realizó verdaderas joyas como Heroes, un sencillo himno rock dedicado a los jóvenes que vivían en Berlín, entonces separados por el Muro". El 15 de enero, el Observatorio Público MIRA de Bélgica junto a Studio Brussels, una cadena radial, anunciaron el descubrimiento de una constelación a la que llamarían David Bowie porque 7 estrellas cercanas al planeta Marte formaban el rayo de la portada de Aladdin Sane.
En realidad no se trata de una
constelación sino de un asterismo, un conjunto de estrellas que vistas
desde la tierra aparentan tener una alineación geométrica. Fenómeno
ficticio y hasta caprichoso, pero tan válido como para que, sumando los
insólitos homenajes espacios-celestiales a las sugerentes y misteriosas palabras de Bolden, los que lo amamos empezamos
a sospechar que Bowie ya era Major Tom, que sus cenizas no serían arrojadas en
Bali como se comentaba, ni volverían a Inglaterra como afirmaban en Brixton, el
barrio donde creció.
No, Charles Bolden se ocuparía de todo. Enviaría una nave con el legítimo Major Tom como el pasajero final que se
quedaría para siempre, eterno en el espacio, gravitando sobre todos nosotros.
Era el epílogo ideal para el hombre
que temía a los aviones y los evitaba tanto cuanto podía pero que parecía
conocer la inmensa soledad del viajero espacial de modo íntimo, hasta lograr
conmover a astronautas, astrónomos y al mismísimo Director de la NASA.
Seguramente habrá muchas especulaciones
sobre su retorno a las cenizas, pero Bolden nos sembró -aún sin proponérselo,
cosa que dudo- una sospecha
que empieza a convertirse en leyenda. El Director Bolden sabe hacer las cosas,
sabe como mantener una esperanza, sabe como simular un secreto, sabe
ser inquietante, ambiguo. Igual que Bowie.
lunes, 1 de febrero de 2016
©️Contra los epitafios
Cuando alguien como David Bowie parte, si es que realmente partió de la manera más vulgar en que lo hacen los mortales -no en vano incluyó un título tan sugestivo como Lazarus en Blackstar-, hace falta Lord Byron para escribir su epitafio. Pero es sabido que atrevidos y egocéntricos sobran, con lo que nosotros, pobres y obligados lectores, nos encontramos en el trance de soportar silenciosamente cualquier cantidad de notas y escritos con definiciones pretenciosas, generalmente inexactas, sospechosos homenajes y tolerar además, una sintaxis deplorable, decadente. El que lo escribe, generalmente lo hace convencido de su amplia cultura y se entusiasma tanto que empieza a usar vocablos inadecuados, por lo que el aspecto semántico en cuestión, se ve irremediablemente perjudicado. El secreto -deben pensar tales perpetradores de las letras- consiste en mezclar algunas frases hechas en francés o inglés que a esta altura los deben conocer hasta en los Altos de la Paz los que hablan aymara únicamente. Pero es que estos autodidactas que no supieron aprovechar los largos años de vida que tienen (algunos ya son señores grandes, che!) para educarse realmente, aprovechan la ignorancia reinante, el normal desconocimiento de los más jovencitos, más aún en estos tiempos, para escribir largos textos sin sentido de la puntuación y el tilde, con enumeración interminable de adjetivos vacíos o usados hasta el hartazgo. Son viejos, son antiguos, son ignorantes. Pero su objetivo es hacerse notar simulando un sentido homenaje y una vasta cultura.
No suelo leer lo que escriben sobre Bowie los que no lo conocieron, pero me tropecé con una nota del autor de Costumbres argentinas (disculpen si no lo nombro, pero leyendas populares afirman que su nombre es yeta, y no quiero agregar más desgracias a la irreparable que ya sufrimos el 10 de enero) donde "se despide de Bowie" (David osa llamarlo) con una semblanza bastante falseada, repetitiva, y sorprendentemente peyorativa.
Hace tiempo que sabemos que está quemado y que lejos de revolucionar las costumbres, convulsionó de risa y de espanto cuando se presentó con marcha errática y discurso balbuceante en el reality show más visto de la televisión argentina, sólo para alentar a su novia, una groupie que lo conquistó subiéndose de prepo al escenario donde él cantaba con su actual voz, cada vez más aguardentosa. Bastaría ese episodio, aunque han ocurrido muchos más, todos igualmente bochornosos, para abstenerse de hablar de desaciertos cuando se trata de Bowie. Mencionar el supuesto ojo de vidrio de Bowie fue una bajeza que sólo lo explica el Mal de Aquiles, o el Sindrome de Aquiles. Cuentan las leyendas homéricas que cuando Aquiles desembarcó en Troya encontró muy cerca del templo de Apolo al joven Troilo, el hijo menor del rey Príamo. Cegado por la increíble belleza del joven, Aquiles, cuya más destacable virtud eran los pies ligeros, lo asedió y como Troilo huyó hacia el templo, el temible guerrero lo persiguió, lo asesinó y mutiló su cadáver para hacer desaparecer su belleza.
Escribir sobre el ojo de vidrio de Bowie (infórmese bien Sr. A.C, jamás tuvo un ojo de vidrio porque fue operado varias veces para evitar su pérdida total, aunque su visión era mínima), sobre sus supuestos implantes capilares, sobre su ingesta de orina, (se dice orina, ¿entiende?, no se dice orine como ud escribe intentando parecer fino), no es otra cosa que la patética y bizarra forma del Sindrome de Aquiles, versión criolla. Después de todo a Bowie no le hace falta su paupérrimo homenaje. El, que jamás se victimizó a pesar de sus increíbles sufrimientos físicos y morales, que nunca fue un hombre fácil, que nunca pudo ser ridiculizado aunque se lo propusiera, él no tiene la culpa de que ud se haya esforzado por ser una copia ridícula de Bob Dylan, ni de que tenga un cabello atroz, ni de que sea feo o que las adicciones hayan hecho con ud lo que con Bowie nunca pudieron. Trabaje su odio Sr Salmón, trabaje su envidia, reinvéntese si puede, consuma suplementos neuronales, déle un repaso a la gramática, hágalo en argentino, y aunque nunca llegue a ser un duque, puede mejorar. Y mientras tanto, si vuelve a hablar de Bowie, hágalo con respeto y deje de llevar agua para su molino en España comparándolo con artistas locales para demostrar su fidelidad a la Madre Patria que tantas veces le dio de comer.
No suelo leer lo que escriben sobre Bowie los que no lo conocieron, pero me tropecé con una nota del autor de Costumbres argentinas (disculpen si no lo nombro, pero leyendas populares afirman que su nombre es yeta, y no quiero agregar más desgracias a la irreparable que ya sufrimos el 10 de enero) donde "se despide de Bowie" (David osa llamarlo) con una semblanza bastante falseada, repetitiva, y sorprendentemente peyorativa.
Hace tiempo que sabemos que está quemado y que lejos de revolucionar las costumbres, convulsionó de risa y de espanto cuando se presentó con marcha errática y discurso balbuceante en el reality show más visto de la televisión argentina, sólo para alentar a su novia, una groupie que lo conquistó subiéndose de prepo al escenario donde él cantaba con su actual voz, cada vez más aguardentosa. Bastaría ese episodio, aunque han ocurrido muchos más, todos igualmente bochornosos, para abstenerse de hablar de desaciertos cuando se trata de Bowie. Mencionar el supuesto ojo de vidrio de Bowie fue una bajeza que sólo lo explica el Mal de Aquiles, o el Sindrome de Aquiles. Cuentan las leyendas homéricas que cuando Aquiles desembarcó en Troya encontró muy cerca del templo de Apolo al joven Troilo, el hijo menor del rey Príamo. Cegado por la increíble belleza del joven, Aquiles, cuya más destacable virtud eran los pies ligeros, lo asedió y como Troilo huyó hacia el templo, el temible guerrero lo persiguió, lo asesinó y mutiló su cadáver para hacer desaparecer su belleza.
Escribir sobre el ojo de vidrio de Bowie (infórmese bien Sr. A.C, jamás tuvo un ojo de vidrio porque fue operado varias veces para evitar su pérdida total, aunque su visión era mínima), sobre sus supuestos implantes capilares, sobre su ingesta de orina, (se dice orina, ¿entiende?, no se dice orine como ud escribe intentando parecer fino), no es otra cosa que la patética y bizarra forma del Sindrome de Aquiles, versión criolla. Después de todo a Bowie no le hace falta su paupérrimo homenaje. El, que jamás se victimizó a pesar de sus increíbles sufrimientos físicos y morales, que nunca fue un hombre fácil, que nunca pudo ser ridiculizado aunque se lo propusiera, él no tiene la culpa de que ud se haya esforzado por ser una copia ridícula de Bob Dylan, ni de que tenga un cabello atroz, ni de que sea feo o que las adicciones hayan hecho con ud lo que con Bowie nunca pudieron. Trabaje su odio Sr Salmón, trabaje su envidia, reinvéntese si puede, consuma suplementos neuronales, déle un repaso a la gramática, hágalo en argentino, y aunque nunca llegue a ser un duque, puede mejorar. Y mientras tanto, si vuelve a hablar de Bowie, hágalo con respeto y deje de llevar agua para su molino en España comparándolo con artistas locales para demostrar su fidelidad a la Madre Patria que tantas veces le dio de comer.
martes, 26 de enero de 2016
©️Simplemente un Duque
En los 90s Bowie empezó,por primera vez una gira por Latinoamérica, que cerraría el 29 de septiembre en Buenos Aires. Había sido hecho a mi medida, estimó mi ombligo de 12 años, porque en Porto Alegre los escolares tenían vacaciones de primavera. De modo que el 21 de septiembre ya estábamos acá, y mientras contaba los días para el 29, me fui a la placita, y empecé a balancearme peligrosamente sobre un subibaja roto (casi todo estaba roto en la ciudad;lo que no había hecho la hiper inflación, lo hizo la dejadez de los políticos) y me rompí el maléolo que además cortó el cartílago de crecimiento. Acudimos al mejor hospital infantil, o eso se decía, y allí decidieron operarme de urgencia, pero cuando los médicos supieron que era alérgica a la anestesia, desistieron rápidamente con argumentos que nadie podía tomar en serio. Lo notable era que teníamos cobertura médica de Brasil que cubriría todos los gastos, pero los médicos no querían aumentar la cifra de mortalidad infantil en tan prestigioso hospital para el que las estrellas más rutilantes de la TV y los empresarios más exitosos hacían suntuosas cenas a su beneficio, ni traer de Londres la anestesia que se debía usar. Lo arreglaron manualmente y me colocaron un yeso que me llegaba al fémur y que padecí durante 3 meses. La prepaga brasileira pagó puntualmente por algo que hasta el día de hoy me provoca dolores cuando llueve. Y así fue como me perdí el recital Sound & Vision. Es verdad, me desesperé hasta las lágrimas, pero cuando pude volver a utilizar el skate, tuve la certeza de que él volvería.
Para 1997 ya estábamos en Buenos Aires de manera permanente y se había anunciado que Bowie haría una nueva gira. Por esas cosas de la vida y de la mala praxis médica, me hice un esguince en el tobillo que años antes se había fracturado. Nuevamente con yeso me enteré que Bowie culminaría su gira en el estadio de Ferro el 7 de noviembre con Earthling. Así que con mi hermano compramos las entradas, y como los hospitales pueden ser lugares peligrosos, me dediqué a descansar en mi casa y cuidar el esguince hasta un día antes del recital en que me lo retiré -en forma casera- y partí para Ferro. El día llegó y fue muy largo porque primero tocó una banda argentina que había ganado un concurso y cuyo nombre no recuerdo (espero sepan disculparme), después vino Willy Crook, Molotov, Bush y No Doubt, la banda de Gwen Stefani. Cabe destacar que, sin excepción, todas las bandas fueron vitoreadas y escupidas en casi igual medida. Entre gritos, chorros de agua y escupitajos, con la ayuda de mi hermano y otros solidarios desconocidos, me fui acercando hasta tocar la valla, frente al escenario. Ahí, esperándolo en primera fila estaba yo. Naturalmente la turba avalanzada me apretaba contra la valla de tal manera y durante tantas horas que por 20 días me quedaron las marcas de los fierros en la panza. Los escupitajos, el agua y las botellas vacías que recibió Gwen Stefani eran de tal magnitud, que el batero de No Doubt se quitó toda la ropa, absolutamente toda, y se paró frente a la multitud saltando, batiendo palmas y agitando sus testículos para mostrar que habían venido con la mejor. Arreciaron los agitadores y a Gwen Stefani no le quedó más remedio que gritar ¡fucking city! y retirarse del escenario. Durante el tumulto, yo me limitaba a buscar a Bowie con la mirada. Mi hermano intentaba hacerme comprender que aún no había llegado, pero yo estaba convencida, conociendo o creyendo conocer su rigurosidad, que él había estado presente todo el tiempo. Lo busqué en el escenario, a los costados, por arriba y por abajo, y finalmente lo encontré. Estaba en cuclillas vestido de blanco en una esquina del escenario, al fondo y a la derecha. Mi única reacción fue señalarlo con el índice. Y aunque no me lo crean, les aseguro que me vio y esbozó una enorme, enorme sonrisa.
Cuando arrancó, por fin, los alborotadores seriales intentaron reiniciar su orgía de escupitajos y lanzamiento de objetos, pero el líder de los escupidores, con voz de barítono alcoholizado, gritó: "no escupan que a Bowie no le gusta". De acuerdo a su lógica, a los otros músicos debía encantarles ser escupidos, pero por otra parte era obvio que hasta ese antisocial, ubicaba, puede que sin saberlo a ciencia cierta, a Bowie en un plano diferente, superior, nada terrenal.
Cuando Bowie empezó a tirar globos al público, algunos graciosos procedieron a pincharlos, pero yo, con la autoridad de 9 años de seguimiento efectivo de todas sus andanzas, exigí los globos para mí. Los mismos escupidores hicieron coro: "los globos son para la chica, los globos son para la chica" y me los fueron pasando con gestos casi reverenciales en medio de ese pandemonium. Aún los conservo entre otros tesoros.
Para 1997 ya estábamos en Buenos Aires de manera permanente y se había anunciado que Bowie haría una nueva gira. Por esas cosas de la vida y de la mala praxis médica, me hice un esguince en el tobillo que años antes se había fracturado. Nuevamente con yeso me enteré que Bowie culminaría su gira en el estadio de Ferro el 7 de noviembre con Earthling. Así que con mi hermano compramos las entradas, y como los hospitales pueden ser lugares peligrosos, me dediqué a descansar en mi casa y cuidar el esguince hasta un día antes del recital en que me lo retiré -en forma casera- y partí para Ferro. El día llegó y fue muy largo porque primero tocó una banda argentina que había ganado un concurso y cuyo nombre no recuerdo (espero sepan disculparme), después vino Willy Crook, Molotov, Bush y No Doubt, la banda de Gwen Stefani. Cabe destacar que, sin excepción, todas las bandas fueron vitoreadas y escupidas en casi igual medida. Entre gritos, chorros de agua y escupitajos, con la ayuda de mi hermano y otros solidarios desconocidos, me fui acercando hasta tocar la valla, frente al escenario. Ahí, esperándolo en primera fila estaba yo. Naturalmente la turba avalanzada me apretaba contra la valla de tal manera y durante tantas horas que por 20 días me quedaron las marcas de los fierros en la panza. Los escupitajos, el agua y las botellas vacías que recibió Gwen Stefani eran de tal magnitud, que el batero de No Doubt se quitó toda la ropa, absolutamente toda, y se paró frente a la multitud saltando, batiendo palmas y agitando sus testículos para mostrar que habían venido con la mejor. Arreciaron los agitadores y a Gwen Stefani no le quedó más remedio que gritar ¡fucking city! y retirarse del escenario. Durante el tumulto, yo me limitaba a buscar a Bowie con la mirada. Mi hermano intentaba hacerme comprender que aún no había llegado, pero yo estaba convencida, conociendo o creyendo conocer su rigurosidad, que él había estado presente todo el tiempo. Lo busqué en el escenario, a los costados, por arriba y por abajo, y finalmente lo encontré. Estaba en cuclillas vestido de blanco en una esquina del escenario, al fondo y a la derecha. Mi única reacción fue señalarlo con el índice. Y aunque no me lo crean, les aseguro que me vio y esbozó una enorme, enorme sonrisa.
Cuando arrancó, por fin, los alborotadores seriales intentaron reiniciar su orgía de escupitajos y lanzamiento de objetos, pero el líder de los escupidores, con voz de barítono alcoholizado, gritó: "no escupan que a Bowie no le gusta". De acuerdo a su lógica, a los otros músicos debía encantarles ser escupidos, pero por otra parte era obvio que hasta ese antisocial, ubicaba, puede que sin saberlo a ciencia cierta, a Bowie en un plano diferente, superior, nada terrenal.
Cuando Bowie empezó a tirar globos al público, algunos graciosos procedieron a pincharlos, pero yo, con la autoridad de 9 años de seguimiento efectivo de todas sus andanzas, exigí los globos para mí. Los mismos escupidores hicieron coro: "los globos son para la chica, los globos son para la chica" y me los fueron pasando con gestos casi reverenciales en medio de ese pandemonium. Aún los conservo entre otros tesoros.
viernes, 22 de enero de 2016
©️Un billete para Mr.Jones
El señor Simon Mitchell, apelando a Change.org, la mayor plataforma de pedidos del mundo entero, propuso que el nuevo billete de 20£ se imprima con la cara de David Bowie. En realidad la historia comenzó cuando Mark Carney, actual Governor del Banco de Inglaterra, un canadiense nacionalizado, ante la necesidad de cambiar el rostro de Adam Smith del billete de 20 libras, llamó a la población a proponer "el de un artista no viviente". Rápido de reflejos, Mitchell, que adora a los animales y le gusta fotografiarse con guacamayos, entró en la mencionada plataforma fundamentando que el billete de 20 merecía a David Bowie. En unos pocos días juntó 38.284 firmas que aprobaban su propuesta. El Sr Carney pedía apenas 50.000. Seguramente al terminar esta nota, el ingenioso Mitchell habrá logrado su cometido, y en unos pocos meses, cualquier dama inglesa que vaya a comprar los ingredientes para el pudding, abrirá su monedero de terciopelo añejado y sacará un solo billete de 20 pounds con una imagen más familiar, cotidiana y reconocible que la del adusto Sr Smith. Porque en los nuevos billetes de 20 estará la mirada vigilante del estético, perfeccionista, infatigable David Bowie. Mientras tanto, en Argentina ya se está proponiendo algo parecido, sólo que ninguna autoridad llamó a la opinión popular (que después de todo es la única que tiene que ingeniarse para comer algo con 20 pesos) y en cambio se emitirán billetes de mayor denominación (señoras cultivadoras de bizcochuelos, abstenerse) con imágenes de simpáticos animales autóctonos como el yaguareté, la ballena franca, y otros que probablemente harán las delicias de los más chicos, pero desideologizan la moneda. No queda otra que sentir envidia, porque si los ingleses, en su billete más usado dan de baja a Adam Smith, aquél leve fisiócrata que pregonó la ley natural, la riqueza y el orden, por el de un muchacho de los suburbios que con sus cambios permanentes se adelantó a su propia época, parecería que para nosotros no hay mucha esperanza. A menos que los yaguaretés y las ballenas nos sorprendan, no creo que desde los billetes sean generadores de nada. En cambio, los ilustres hombres desplazados, los buenos, los malos y los muy malos, nos recuerdan nuestra historia, encienden pasiones, disparan controversias. Y eso es estar vivos. Lo otro parece un juego para pseudo ambientalistas o dinero falso para jugar al estanciero. Aunque pensándolo bien ya todo parece irreal, y entonces ¿dónde está la verdad?
martes, 12 de enero de 2016
©️Cuando Lula conoció a Bowie
A los 11 años mi madre me dio un cassette grabado en forma casera con música de Joe Jackson de un lado y del otro de David Bowie. Eran Body and Soul de Jackson y Tonight de Bowie. Lo escuché atentamente y decidí que Joe Jackson era el que más me gustaba. Infinitamente más me gustaba. Hasta el día de hoy siguen siendo de mis discos favoritos. Pero en ese momento pedí más temas de Jackson, y cuando los tuve me di cuenta de que las etiquetas estaban mal puestas, y que en realidad, el que verdaderamente me había impactado, era Bowie. A partir de ahí empecé una frenética búsqueda de toda la música de Bowie, su historia, sus fotos, sus reportajes. Convencida de que era la persona más bella del mundo y probablemente la mejor lookeada, inicié lo que un poco más tarde llamaría "Archivo de Bowie". A diferencia de Bs Aires, en Porto Alegre se conseguía el Bowiepix, el Bowie Changes, el The starzone interviews y tantos otros. Además la revista Bizz, que salía mensualmente y que mensualmente me compraban, cubría todas las novedades de Bowie. Llegué a tener rarezas como Peter and the Wolf (el de vinilo verde) y otras cosas que por ahora me reservo. Sin embargo mi adicción crecía y cada vez necesitaba más materiales de mi Duque Blanco. Porque que quede claro, era mío. Tengan en cuenta que mis amigos no lo conocían. En el 89, por razones de trabajo de mi madre, nos instalamos en Porto Alegre, y en plena campaña presidencial había 2 candidatos: Collor de Mello y Lula da Silva. Naturalmente, mi familia optaba por Lula. En el barrio, las crianzinhas hacíamos campaña por Lula, pero lo llamábamos Lulinha y repartíamos stickers y pins. Los adultos colaboraban. Un buen día Lula fue a Porto Alegre como parte de su gira. Para esa época yo ya era poseedora de The starzone interviews, mi libro favorito, y empezaba a formar mis propias ideas sobre la política, es decir, Lula era lo más parecido a un rockstar frente a un empalidecido y vacilante Collor. Conseguí sintetizar mis aprecios con un autógrafo que me dio Lula y que obligué a escribírmelo en el índice de The starzone interviews editado por David Curry y que quiero compartir con todos en estos días tan dolorosos. El detalle interesante fue que Lula preguntó: è um artista de rock, não è ? y ante el enjambre de asesores, militantes, simpatizantes y admiradores que lo asediaban, detenida y concentradamente fue pasando las páginas, una tras otra, del Starzone.
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