lunes, 1 de febrero de 2016

©️Contra los epitafios

Cuando alguien como David Bowie parte, si es que realmente partió de la manera más vulgar en que lo hacen los mortales -no en vano incluyó un título tan sugestivo como Lazarus en Blackstar-, hace falta Lord Byron para escribir su epitafio. Pero es sabido que atrevidos y egocéntricos sobran, con lo que nosotros, pobres y obligados lectores, nos encontramos en el trance de soportar silenciosamente cualquier cantidad de notas y escritos con definiciones pretenciosas, generalmente inexactas, sospechosos homenajes y tolerar además, una sintaxis deplorable, decadente. El que lo escribe, generalmente lo hace convencido de su amplia cultura y se entusiasma tanto que empieza a usar vocablos inadecuados, por lo que el aspecto semántico en cuestión, se ve irremediablemente perjudicado. El secreto -deben pensar tales perpetradores de las letras- consiste en mezclar algunas frases hechas en francés o inglés que a esta altura los deben conocer hasta en los Altos de la Paz los que hablan aymara únicamente. Pero es que estos autodidactas que no supieron aprovechar los largos años de vida que tienen (algunos ya son señores grandes, che!) para educarse realmente, aprovechan la ignorancia reinante, el normal desconocimiento de los más jovencitos, más aún en estos tiempos, para escribir largos textos sin sentido de la puntuación y el tilde, con enumeración interminable de adjetivos vacíos o usados hasta el hartazgo. Son viejos, son antiguos, son ignorantes. Pero su objetivo es hacerse notar simulando un sentido homenaje y una vasta cultura. 

No suelo leer lo que escriben sobre Bowie los que no lo conocieron, pero me tropecé con una nota del autor de Costumbres argentinas (disculpen si no lo nombro, pero leyendas populares afirman que su nombre es yeta, y no quiero agregar más desgracias a la irreparable que ya sufrimos el 10 de enero) donde "se despide de Bowie" (David osa llamarlo) con una semblanza bastante falseada, repetitiva, y sorprendentemente peyorativa. 


Hace tiempo que sabemos que está quemado y que lejos de revolucionar las costumbres, convulsionó de risa y de espanto cuando se presentó con marcha errática y discurso balbuceante en el reality show más visto de la televisión argentina, sólo para alentar a su novia, una groupie que lo conquistó subiéndose de prepo al escenario donde él cantaba con su actual voz, cada vez más aguardentosa. Bastaría ese episodio, aunque han ocurrido muchos más, todos igualmente bochornosos, para abstenerse de hablar de desaciertos cuando se trata de Bowie. Mencionar el supuesto ojo de vidrio de Bowie fue una bajeza que sólo lo explica el Mal de Aquiles, o el Sindrome de Aquiles. Cuentan las leyendas homéricas que cuando Aquiles desembarcó en Troya encontró muy cerca del templo de Apolo al joven Troilo, el hijo menor del rey Príamo. Cegado por la increíble belleza del joven, Aquiles, cuya más destacable virtud eran los pies ligeros, lo asedió y como Troilo huyó hacia el templo, el temible guerrero lo persiguió, lo asesinó y mutiló su cadáver para hacer desaparecer su belleza. 

Escribir sobre el ojo de vidrio de Bowie (infórmese bien Sr. A.C, jamás tuvo un ojo de vidrio porque fue operado varias veces para evitar su pérdida total, aunque su visión era mínima), sobre sus supuestos implantes capilares, sobre su ingesta de orina, (se dice orina, ¿entiende?, no se dice orine como ud escribe intentando parecer fino), no es otra cosa que la patética y bizarra forma del Sindrome de Aquiles, versión criolla. Después de todo a Bowie no le hace falta su paupérrimo homenaje. El, que jamás se victimizó a pesar de sus increíbles sufrimientos físicos y morales, que nunca fue un hombre fácil, que nunca pudo ser ridiculizado aunque se lo propusiera, él no tiene la culpa de que ud se haya esforzado por ser una copia ridícula de Bob Dylan, ni de que tenga un cabello atroz, ni de que sea feo o que las adicciones hayan hecho con ud lo que con Bowie nunca pudieron. Trabaje su odio Sr Salmón, trabaje su envidia, reinvéntese si puede, consuma suplementos neuronales, déle un repaso a la gramática, hágalo en argentino, y aunque nunca llegue a ser un duque, puede mejorar. Y mientras tanto, si vuelve a hablar de Bowie, hágalo con respeto y deje de llevar agua para su molino en España comparándolo con artistas locales para demostrar su fidelidad a la Madre Patria que tantas veces le dio de comer.    




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Se agradecen todos los mensajes,opiniones,críticas y aportes constructivos que quieran brindar a este blog. No se restringirá ninguna opinión contraria, salvo que utilice lenguaje soez, descalificador, discriminador o que puedan ofender la sensibilidad de los lectores. Serán todos bienvenidos.