El señor Simon Mitchell, apelando a Change.org, la mayor plataforma de pedidos del mundo entero, propuso que el nuevo billete de 20£ se imprima con la cara de David Bowie. En realidad la historia comenzó cuando Mark Carney, actual Governor del Banco de Inglaterra, un canadiense nacionalizado, ante la necesidad de cambiar el rostro de Adam Smith del billete de 20 libras, llamó a la población a proponer "el de un artista no viviente". Rápido de reflejos, Mitchell, que adora a los animales y le gusta fotografiarse con guacamayos, entró en la mencionada plataforma fundamentando que el billete de 20 merecía a David Bowie. En unos pocos días juntó 38.284 firmas que aprobaban su propuesta. El Sr Carney pedía apenas 50.000. Seguramente al terminar esta nota, el ingenioso Mitchell habrá logrado su cometido, y en unos pocos meses, cualquier dama inglesa que vaya a comprar los ingredientes para el pudding, abrirá su monedero de terciopelo añejado y sacará un solo billete de 20 pounds con una imagen más familiar, cotidiana y reconocible que la del adusto Sr Smith. Porque en los nuevos billetes de 20 estará la mirada vigilante del estético, perfeccionista, infatigable David Bowie. Mientras tanto, en Argentina ya se está proponiendo algo parecido, sólo que ninguna autoridad llamó a la opinión popular (que después de todo es la única que tiene que ingeniarse para comer algo con 20 pesos) y en cambio se emitirán billetes de mayor denominación (señoras cultivadoras de bizcochuelos, abstenerse) con imágenes de simpáticos animales autóctonos como el yaguareté, la ballena franca, y otros que probablemente harán las delicias de los más chicos, pero desideologizan la moneda. No queda otra que sentir envidia, porque si los ingleses, en su billete más usado dan de baja a Adam Smith, aquél leve fisiócrata que pregonó la ley natural, la riqueza y el orden, por el de un muchacho de los suburbios que con sus cambios permanentes se adelantó a su propia época, parecería que para nosotros no hay mucha esperanza. A menos que los yaguaretés y las ballenas nos sorprendan, no creo que desde los billetes sean generadores de nada. En cambio, los ilustres hombres desplazados, los buenos, los malos y los muy malos, nos recuerdan nuestra historia, encienden pasiones, disparan controversias. Y eso es estar vivos. Lo otro parece un juego para pseudo ambientalistas o dinero falso para jugar al estanciero. Aunque pensándolo bien ya todo parece irreal, y entonces ¿dónde está la verdad?
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