martes, 26 de enero de 2016

©️Simplemente un Duque

En los 90s Bowie empezó,por primera vez una gira por Latinoamérica, que cerraría el 29 de septiembre en Buenos Aires. Había sido hecho a mi medida, estimó mi ombligo de 12 años, porque en Porto Alegre los escolares tenían vacaciones de primavera. De modo que el 21 de septiembre ya estábamos acá, y mientras contaba los días para el 29, me fui a la placita, y empecé a balancearme peligrosamente sobre un subibaja roto (casi todo estaba roto en la ciudad;lo que no había hecho la hiper inflación, lo hizo la dejadez de los políticos) y me rompí el maléolo que además cortó el cartílago de crecimiento. Acudimos al mejor hospital infantil, o eso se decía, y allí decidieron operarme de urgencia, pero cuando los médicos supieron que era alérgica a la anestesia, desistieron rápidamente con argumentos que nadie podía tomar en serio. Lo notable era que teníamos cobertura médica de Brasil que cubriría todos los gastos, pero los médicos no querían aumentar la cifra de mortalidad infantil en tan prestigioso hospital para el que las estrellas más rutilantes de la TV y los empresarios más exitosos hacían suntuosas cenas a su beneficio, ni traer de Londres la anestesia que se debía usar. Lo arreglaron manualmente y me colocaron un yeso que me llegaba al fémur y que padecí durante 3 meses. La prepaga brasileira pagó puntualmente por algo que hasta el día de hoy me provoca dolores cuando llueve. Y así fue como me perdí el recital Sound & Vision. Es verdad, me desesperé hasta las lágrimas, pero cuando pude volver a utilizar el skate, tuve la certeza de que él volvería. 

Para 1997 ya estábamos en Buenos Aires de manera permanente y se había anunciado que Bowie haría una nueva gira. Por esas cosas de la vida y de la mala praxis médica, me hice un esguince en el tobillo que años antes se había fracturado. Nuevamente con yeso me enteré que Bowie culminaría su gira en el estadio de Ferro el 7 de noviembre con Earthling. Así que con mi hermano compramos las entradas, y como los hospitales pueden ser lugares peligrosos, me dediqué a descansar en mi casa y cuidar el esguince hasta un día antes del recital en que me lo retiré -en forma casera- y partí para Ferro. El día llegó y fue muy largo porque primero tocó una banda argentina que había ganado un concurso y cuyo nombre no recuerdo (espero sepan disculparme), después vino Willy Crook, Molotov, Bush y No Doubt, la banda de Gwen Stefani. Cabe destacar que, sin excepción, todas las bandas fueron vitoreadas y escupidas en casi igual medida. Entre gritos, chorros de agua y escupitajos, con la ayuda de mi hermano y otros solidarios desconocidos, me fui acercando hasta tocar la valla, frente al escenario. Ahí, esperándolo en primera fila estaba yo. Naturalmente la turba avalanzada me apretaba contra la valla de tal manera y durante tantas horas que por 20 días me quedaron las marcas de los fierros en la panza. Los escupitajos, el agua y las botellas vacías que recibió Gwen Stefani eran de tal magnitud, que el batero de No Doubt se quitó toda la ropa, absolutamente toda, y se paró frente a la multitud saltando, batiendo palmas y agitando sus testículos para mostrar que habían venido con la mejor. Arreciaron los agitadores y a Gwen Stefani no le quedó más remedio que gritar ¡fucking city! y retirarse del escenario. Durante el tumulto, yo me limitaba a buscar a Bowie con la mirada. Mi hermano intentaba hacerme comprender que aún no había llegado, pero yo estaba convencida, conociendo o creyendo conocer su rigurosidad, que él había estado presente todo el tiempo. Lo busqué en el escenario, a los costados, por arriba y por abajo, y finalmente lo encontré. Estaba en cuclillas vestido de blanco en una esquina del escenario, al fondo y a la derecha. Mi única reacción fue señalarlo con el índice. Y aunque no me lo crean, les aseguro que me vio y esbozó una enorme, enorme sonrisa.


Cuando arrancó, por fin, los alborotadores seriales intentaron reiniciar su orgía de escupitajos y lanzamiento de objetos, pero el líder de los escupidores, con voz de barítono alcoholizado, gritó: "no escupan que a Bowie no le gusta". De acuerdo a su lógica, a los otros músicos debía encantarles ser escupidos, pero por otra parte era obvio que hasta ese antisocial, ubicaba, puede que sin saberlo a ciencia cierta, a Bowie en un plano diferente, superior, nada terrenal. 

Cuando Bowie empezó a tirar globos al público, algunos graciosos procedieron a pincharlos, pero yo, con la autoridad de 9 años de seguimiento efectivo de todas sus andanzas, exigí los globos para mí. Los mismos escupidores hicieron coro: "los globos son para la chica, los globos son para la chica" y me los fueron pasando con gestos casi reverenciales en medio de ese pandemonium. Aún los conservo entre otros tesoros. 




viernes, 22 de enero de 2016

©️Un billete para Mr.Jones

El señor Simon Mitchell, apelando a Change.org, la mayor plataforma de pedidos del mundo entero, propuso que el nuevo billete de 20£ se imprima con la cara de David Bowie. En realidad la historia comenzó cuando Mark Carney, actual Governor del Banco de Inglaterra, un canadiense nacionalizado, ante la necesidad de cambiar el rostro de Adam Smith del billete de 20 libras, llamó a la población a proponer "el de un artista no viviente". Rápido de reflejos, Mitchell, que adora a los animales y le gusta fotografiarse con guacamayos, entró en la mencionada plataforma fundamentando que el billete de 20 merecía a David Bowie. En unos pocos días juntó 38.284 firmas que aprobaban su propuesta. El Sr Carney pedía apenas 50.000. Seguramente al terminar esta nota, el ingenioso Mitchell habrá logrado su cometido, y en unos pocos meses, cualquier dama inglesa que vaya a comprar los ingredientes para el pudding, abrirá su monedero de terciopelo añejado y sacará un solo billete de 20 pounds con una imagen más familiar, cotidiana y reconocible que la del adusto Sr Smith. Porque en los nuevos billetes de 20 estará la mirada vigilante del estético, perfeccionista, infatigable David Bowie. Mientras tanto, en Argentina ya se está proponiendo algo parecido, sólo que ninguna autoridad llamó a la opinión popular (que después de todo es la única que tiene que ingeniarse para comer algo con 20 pesos) y en cambio se emitirán billetes de mayor denominación (señoras cultivadoras de bizcochuelos, abstenerse) con imágenes de simpáticos animales autóctonos como el yaguareté, la ballena franca, y otros que probablemente harán las delicias de los más chicos, pero desideologizan la moneda. No queda otra que sentir envidia, porque si los ingleses, en su billete más usado dan de baja a Adam Smith, aquél leve fisiócrata que pregonó la ley natural, la riqueza y el orden, por el de un muchacho de los suburbios que con sus cambios permanentes se adelantó a su propia época, parecería que para nosotros no hay mucha esperanza. A menos que los yaguaretés y las ballenas nos sorprendan, no creo que desde los billetes sean generadores de nada. En cambio, los ilustres hombres desplazados, los buenos, los malos y los muy malos, nos recuerdan nuestra historia, encienden pasiones, disparan controversias. Y eso es estar vivos. Lo otro parece un juego para pseudo ambientalistas o dinero falso para jugar al estanciero. Aunque pensándolo bien ya todo parece irreal, y entonces ¿dónde está la verdad?  





     

martes, 12 de enero de 2016

©️Cuando Lula conoció a Bowie



A los 11 años mi madre me dio un cassette grabado en forma casera con música de Joe Jackson de un lado y del otro de David Bowie. Eran Body and Soul de Jackson y Tonight de Bowie. Lo escuché atentamente y decidí que Joe Jackson era el que más me gustaba. Infinitamente más me gustaba. Hasta el día de hoy siguen siendo de mis discos favoritos. Pero en ese momento pedí más temas de Jackson, y cuando los tuve me di cuenta de que las etiquetas estaban mal puestas, y que en realidad, el que verdaderamente me había impactado, era Bowie.  A partir de ahí empecé una frenética búsqueda de toda la música de Bowie, su historia, sus fotos, sus reportajes. Convencida de que era la persona más bella del mundo y probablemente la mejor lookeada, inicié lo que un poco más tarde llamaría "Archivo de Bowie". A diferencia de Bs Aires, en Porto Alegre se conseguía el Bowiepix, el Bowie Changes, el The starzone interviews y  tantos otros. Además la revista Bizz, que salía mensualmente y que mensualmente me compraban, cubría todas las novedades de Bowie. Llegué a tener rarezas como Peter and the Wolf (el de vinilo verde) y otras cosas que por ahora me reservo. Sin embargo mi adicción crecía y cada vez necesitaba más materiales de mi Duque Blanco. Porque que quede claro, era mío. Tengan en cuenta que mis amigos no lo conocían. En el 89, por razones de trabajo de mi madre, nos instalamos en Porto Alegre, y en plena campaña presidencial había 2 candidatos: Collor de Mello y Lula da Silva. Naturalmente, mi familia optaba por Lula. En el barrio, las crianzinhas hacíamos campaña por Lula, pero lo llamábamos Lulinha y repartíamos stickers y pins. Los adultos colaboraban. Un buen día Lula fue a Porto Alegre como parte de su gira. Para esa época yo ya era poseedora de The starzone interviews, mi libro favorito, y empezaba a formar mis propias ideas sobre la política, es decir, Lula era lo más parecido a un rockstar frente a un empalidecido y vacilante Collor. Conseguí sintetizar mis aprecios con un autógrafo que me dio Lula y que obligué a escribírmelo en el índice de The starzone interviews editado por David Curry y que quiero compartir con todos en estos días tan dolorosos. El detalle interesante fue que Lula preguntó: è um artista de rock, não è ? y ante el enjambre de asesores, militantes, simpatizantes y admiradores que lo asediaban, detenida y concentradamente fue pasando las páginas, una tras otra, del Starzone.